viernes, 27 de enero de 2012

Invitimidación...la nueva forma de lograr el cambio

Muchas campañas han intentado invitarnos a recuperar nuestros valores, a ser amables y tolerantes. Pero ahora ha surgido una nueva modalidad que he bautizado Invitimidación.

Esta semana se regó como la pólvora que los relacionistas públicos del bajo mundo han revelado esta supuesta práctica de probar la tolerancia de la gente a cambio de dinero o de su vida. WTF?

Pero lo más impresionante son los resultados inmediatos de esta Invitimidación. En todas partes escuchas expresiones como:

·         "Ahora tendré que estar más pendiente de no tocarle bocina a la gente."
·         "Tengo que tratar de no pegarme a los demás carros por si hay que salir corriendo."
·         "¿De cuánto dinero estamos hablando?"

O sea, llevamos AÑOS tratando de inculcarles valores a nuestros niños, tolerancia a nuestros jóvenes, y paciencia a nuestros adultos. Terminamos un año en que la orden del día fue la intolerancia, los asesinatos, el maltrato. Y de repente, en 3 o 4 días, la gente está considerando seriamente cambiar su conducta a raíz de esta campaña de Invitimidación.

A veces pienso que Nicolás Maquiavelo, en El Príncipe, tenía razón de cierto modo. Para un gobernante es mejor ser temido que ser amado. Los súbditos responden mejor al miedo, que al cariño y al respeto. Es por eso que nuestro pobre Señor Jesucristo fue crucificado, porque no querían seguir las enseñanzas de un hombre bueno que enseñara la paz, el amor y la tolerancia. Y piensa tú entonces, ¿quién gobierna tu vida? ¿el amor o el temor?

Por mi parte, soy paciente en el tapón si llevo buena música o conversación. Pero eso sí, seguiré ejerciendo mi derecho a la libre bocinación cada vez que la gente reduzca la velocidad para averiguar lo que pasa en el paseo del expreso. Y como medida preventiva, he decidido que cada vez que toque bocina, sacaré una foto de la tablilla del vehículo frente a mí y la postearé por todos los medios posibles, por si acaso…

jueves, 19 de enero de 2012

¿Desea usted cooperar con nuestra causa?

Este tema surgió durante una de mis inspiradoras clases del semestre pasado, y tuve la gran oportunidad de revivirlo recientemente… (el tema, no la clase).
Estoy en una larga fila para pagar dos boberías. Una señora muy amable, a pesar de indicarle que estoy sin prisa y que hago la fila como todo el mundo, insiste en dejarme pasar antes. Muchas gracias, señora. La cajera pasa mis dos boberías y surge la siguiente conversación:
-          Cajera: Son $5.98. ¿Desea cooperar con 1 dólar para los niños que padecen tal y cual?
-          Yo: ¿Perdón?
-          Cajera: ¿Qué si desea cooperar con 1 dólar para los niños que padecen tal y cual?
-          Mi mente: En los pasados 5 meses compré la camiseta para esta causa, hice el cheque para tal otra, caminé para la de más allá, vendí sellitos para la de acullá, compré bizcochos para tal, adquirí chocolates para vengamás, … ¿Con qué cara tú me vienes, delante de toda esta gente, a pedirme un peso para esta noble causa? ¿Es que te puedo decir que no? ¿Cómo contesto yo esa pregunta después que esa señora tan amable y desprendida me ha colado en la fila, y ahora tengo a tooooooodo el mundo mirándome y escuchando cada palabra que cruzo contigo? ¿Cuál sería una buena respuesta a esta pregunta?
·         Sí, deseo cooperar, pero no ahora.
·         No, no deseo cooperar.
·         Hoy no, pero mañana sí.
·         Hoy por ti, mañana por mí.
·         ¿Deseas tú cooperar con los niños que tengo en casa?
·         ¿Aceptas un cheque de un peso?
·         En cuanto me pegue.
-          Yo: No.
-          La mente de la señora que me dejó pasar y la de todos los que estaban detrás de ella: ¿!Cóoooooooomo!? ¿!Dijo que no quiere cooperar con los niños  que padecen tal y cual?! ¿Pero qué clase de persona viene a esta tienda a comprar dos boberías y no puede regalar un peso para una buena causa?
La verdad es que sí, podía dar el peso y siempre he dicho que sí. Pero ese día quise probar a decir “no”, y ver las caras de la cajera y de la demás gente (como dice el anuncio…priceless).
Por otro lado, hay que reconocerle al de la brillante idea de hacer ese ofrecimiento en ese preciso momento, que su campaña funciona perfectamente bien. Es un genio y me quitaría el sombrero ante su presencia, si usara. Me pregunto cuánto se recaudará diariamente con el chistecito.

viernes, 13 de enero de 2012

¿Qué pasó con la campaña de no-balas al aire?

Trayectoria ideal de los tiros al aire

Y yo me pregunto: ¿Por qué no funcionó la campaña de la Policía y de la comunidad? Los anuncios le estrujaban el alma a cualquiera, y mi corazón se iba en paro con la mamá que decía que se le "cayó el mundo". ¡Ni lo puedo escribir sin que se me agüen los ojos!

Pero es que esa soy yo, y los que se atreven a leer estas líneas, que tenemos un corazón, moral, valores y fe. El que disparó la bala mortal y los que lo vieron y no dijeron nada, no tienen nada de eso.

De lo que recuerdo de mis clases de publicidad y mercadeo, sé que una campaña tiene un mercado objetivo. Esta campaña fue erróneamente dirigida a la moral del amoral, a los sentimientos de una piedra, al alma del desalmado o, como me parece más acertado (aunque en inglés) "to the heart of the heartless".

No se pueden pedir peras al olmo. ¿Por qué apelar a los sentimientos de alguien que lo que tiene por corazón es un rollo de alambre de púas?

Recuerdo muy bien la otra campaña en la que sí te enseñaban a las víctimas de balas perdidas, pero el mensaje era "denuncia al que dispare o serás tan culpable como él... llama a este número y denuncia anónimamente, etc." (algo así era el mensaje total). Ahí, por lo menos, le metes un poco de temor al delincuente y le das alternativas al informante. Pero una campaña dedicada totalmente a los sentimientos es absurda (discúlpenme los que invirtieron tanto tiempo en darle cabeza a esta idea, pero creo que estuvo fuera de foco, no identificaron bien a su público objetivo).

Es una pena que nuestra querida Isla del Encanto sea ahora la Isla del Espanto; que los criminales sean los dueños de nuestras comunidades y de nuestras familias; que nuestras vidas giren en torno a visitar los lugares con menor incidencia criminal, o salir a las calles a la hora que duermen los bandidos. A veces me siento presa en mi propia libertad.

Hay que levantarse, hay que enseñarle valores y valentía a nuestros hijos. No tienen que enlistarse para defender una Patria utópica, desconocida y lejana. No hay que preocuparse por que gane tal o cual partido para que "la cosa" mejore. Hay que tomar las riendas de nuestras comunidades y perderle el temor a la verdad, a la soledad y a la muerte. Creo firmemente que vivimos en un país en guerra, y que no solucionaremos nada con vivir en negación y silencio.

Sé que es muy difícil y amargo, pero tenemos que aprender que las cosas que están incorrectas hay que corregirlas aunque nos cueste (lo que nos cueste). Como dijo nuestro Señor: "el que tenga oídos, que oiga".

Permita Dios y podamos aceptar el sacrificio que El nos pide por la recompensa que El nos ofrece.

Acoge, Padre Celestial, a tu hija Karla; a quien nos regalaste por un ratito para que entendiéramos lo que puede lograr la unión de un pueblo, la oración de un total desconocido, el amor de una familia, el desprendimiento del que menos tiene, y el dolor de un País que no encuentra cómo levantarse.

Habita, Señor, en el corazón de los padres de Karla Michelle. Concédeles Tu paz e inúndalos con Tu luz, sabiduría, amor y perdón.

 

jueves, 12 de enero de 2012

Un hijo, dos hijos, cuántos hijos

En mis años de juventud, cuando pensaba planificar toda mi vida, lo tenía todo muy claro:
  • No estaré de novia con nadie por más de 5 años.
  • Tendré mi primer hijo a los 27, y el último antes de los 30.
  • No me quedaré con un solo hijo, porque se engríe. Tendré 2 para que se hagan compañía en sus juegos, y ninguno más porque la economía no está para tener más.
Entonces una crece, y la vida comienza a enseñarnos que la mujer propone y Dios dispone. Algunos planes me fueron permitidos: estuve un par de años de novia con mi actual esposo (quien me culpa de haberle obligado a casarse conmigo cuando le dije que le quedaban 3 años, y después lo dejaría), y sólo tuvimos 2 hijos...
Recientemente he comenzado a preguntarme por qué me quedé con 2 muchachos. ¡Esa ha sido la cosa más absurda que haya planificado!
Si un solo hijo lo único que hace es pelear con sus padres, dos se pasan la vida peleando entre ellos.
Remontándome a mi niñez, cuando nos criábamos mis 4 hermanas y yo, me doy cuenta que "más es mejor". Fomentas el trabajo en equipo, la negociación, compras menos, los haces más humildes, hay menos "estoy aburrido", y otro centenar de ventajas.
  • Si queríamos hacer algo, había que convencer a la más pequeña para que fuera a preguntar (preferiblemente a papi, para ir directo al grano y evitar el "pregúntale a tu mamá"). 
  • Si tenía alguna discusión particular con alguna de mis hermanas, buscaba otra de aliada para dar la batalla. 
  • Cuando mami nos daba los quehaceres de los sábados, siempre tenía la opción de cambiar el mío para fregar (ni barrer, ni mapear, ni aceitar los muebles).
  • No había grandes inversiones en ropa, la primera estrenaba y las demás heredábamos (muchas veces heredábamos desde el inicio, porque también teníamos a las primas). Por lo mismo, no podía existir entre nosotras complejos de grandeza ni superioridad. Todo se comparte.
  • No creo que mami se haya confrontado con la frase terrible "estoy aburrida", porque siempre había una ocupando a otra (ya fuera jugando tranquilamente o haciéndole un makeover con las tijeras de la escuela).
La mayor, es una de nuestras primas,
y las demás, somos nosotras.
Yuuuupiiiiii!!!!
En fin, a veces pienso que debimos honrar el voto de "aceptar los hijos que Dios les mande", pero no lo hice y me toca pagar con...mami Fulano me tocó...mami mira a Sutano...mami dile a Fulano que me deje en paz...yyyyyy PSSSSSSSS ESTOY ABURRIDO. ¡Claro! También tienen sus horas de buen compartir, pero siempre precedida y seguida por alguna discusión.
¡Benditos y maravillosos los tiempos aquellos de las familias grandes!... donde podían faltar la mitad de los hermanos en una fiesta familiar y no te dabas cuenta porque siempre había un montón de gente.