jueves, 17 de octubre de 2013

Sentimientos en el aire

Avión de papel y corazón
Vuelan alto los sentimientos.

Me encantan los aeropuertos. Podría pasar el día sentada en sus pasillos sin ir a parte alguna, solo observando a los que llegan y a los que se van. (¡Claro, no por muchos días porque me enviarían a Seguridad!)

Tanto en las Salidas como en las Llegadas hay una mezcla agridulce de sentimientos. La familia que se separa por trabajo o estudios, la que se va de vacaciones, la que se muda, la que estaba de visita; los que regresan de vacaciones o de estudiar, los que vienen de visita, o los que vienen a vacacionar. Me imagino las historias que encierran cada abrazo, cada beso, cada apretón y cada lágrima. Los amantes que se reúnen, los hijos que se separan, los padres que se van, los hermanos que regresan. Los que llegan por una muerte en la familia o irán a una fiesta familiar (que algunas veces será una y la misma).

Pues unos días en el hospital resultan muy similares a estar en el aeropuerto. Llegan personas tristes por la enfermedad, o alegres por un parto, o preocupadas por un diagnóstico. En el área de los recién nacidos están los padres felices por sus nuevos bebés, y los padres abrumados porque sus criaturas están en Intensivo. Están los familiares gozosos por la mejoría de su ser querido, y los deprimidos por las complicaciones de su enfermedad.

Y alrededor de esta oleada de sentires y pesares hay un grupo de personas que trabaja como abejas en atender a estos semejantes. ¿Estarán conscientes del flujo constante de sentimientos, energías, y amores que se quedan en el aire? Parece que algunos sí. Los podemos ver sin mucho esfuerzo. Son esos empleados que se mueven en un aura de alegría porque aman su trabajo y viven para servir. Es la que empuja el sillón de ruedas por el aeropuerto a las millas para que tu mamá llegue a tiempo a su terminal después de que la llevó a comprar almuerzo y la coló en la fila. Es el enfermero que no espera a que lo llames con el timbre, y se asoma a la habitación solo para preguntar si estás bien. Es el maletero que espera pacientemente a que acabes de abrazar a tu familia antes de que le indiques donde dejar las maletas. Es la doctora que te echa una bendición cuando entra a atenderte y te deja con Dios cuando sale.

Mientras tanto, pesco esa buena carga que se queda en el aire y me inspira.

Me encantan los aeropuertos... y los hospitales...