Con control o sin control |
Nos ocurre que pasamos por la vida y no la vivimos. Nos movemos como autómatas en muchas de las gestiones diarias sin prestar atención a los pequeños detalles. En la rutina de salir de casa a la misma hora cada día... ¿Te has fijado que te encuentras con un mismo grupo de conductores? Te acompaña la misma gente en tu trayectoria. Unos llegan hasta la primera salida, otros se salen más adelante, otros van más lejos que tú. Hay bandadas de pájaros que pasan a la misma hora (esos tienen el mejor reloj) por el mismo pedazo de cielo y dan varias vueltas sobre un lugar antes de partir finalmente a sus faenas. Siempre camina el mismo matrimonio por la acera del frente cuando sales de casa. Hoy el cielo parece el mar.
Llegas a dejar tus niños en la escuela y no recuerdas qué viste en el camino. Pasas al señor que vende el periódico en la luz y no te has fijado que hoy es otro quien vende. ¿Qué habrá pasado? ¿Estará de vacaciones? ¿Enfermo? ¿Se mudaría de puesto?
Estamos tan ensimismados en sobrevivir al día, en no sufrir por nosotros o por los demás, que no prestamos atención a la vida, no ponemos todos nuestros sentidos en la difícil tarea de vivir. En ocasiones, ni recordamos las conversaciones que tuvimos o las personas que conocimos. Pasó el día y no adquirimos experiencia de vida alguna, no crecimos en espíritu, no le enseñamos a crecer a alguien. No demostramos lo que se supone que somos: seres humanos con corazón y sentimientos, con la capacidad de amar incondicionalmente y el don de conmovernos ante la creación y su circunstancia.
Tenemos que apoderarnos de nuestras vidas y mirar, REALMENTE MIRAR por donde pasamos. Hay que vivir con conciencia de lo que nos rodea y lo que hacemos; no vaya a ser que un día, de repente, no veamos los vehículos detenidos y sea muy tarde para frenar...
Que reflexion tan cierta! Debemos parar a MIRAR realmente lo que pasa a nuestro alrededor y quitar el cruise control de nuestras vidas.
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