A veces una se cansa de escuchar de "lo mala que está la cosa" y, aunque no quiera, se deja arrastrar por esa negatividad y desesperanza. De repente las malas noticias se ven más cercanas, las voces de quienes claman justicia se escuchan más fuerte, y parece que un muro se levanta frente a nosotros a cada paso que damos. Nos sentimos ahogados. Buscamos salir a flote cuando ya no nos queda aire.
Pero en medio de esa desazón que nos nubla la vista, surgen destellos de los lugares más simples e inesperados.
Mientras unos se quejan por que la comida está cada vez más cara y el cheque no da para pagar todo; otros comparten lo poco que tienen. A lo mejor después se quedan cortos, quién sabe, pero esas pequeñas satisfacciones los llenan más.
Y así se baja esta señora de la guagua pública, en las zuelas de sus zapatos súper cómodos lleva la huella de las calles y callejones andados y desandados, colgado del hombro luce un gran bolso de plástico en donde tiene, entre otras cosas, un paquete de arroz. Según va andando, suelta un puñado de arroz para las palomas. Las observa un rato, sonríe satisfecha y sigue su camino. Más adelante, vuelve a soltar otro puñado y repite su pequeña alegría.
Y entonces me sacudo la telaraña de los ojos y me doy cuenta de que la cosa no está tan mala na'.
Pues si. La cosa no está tan mala. Uno mira alrededor y nos damos cuenta que estamos muuuuyyy bien en comparación con otros miles de puertorriqueños y habitantes del planeta. Hay que orar!
ResponderEliminarHay que orar, y mucho, por la inconformidad y por la falta de sensibilidad hacia los demás.
EliminarTienes mucha razón. Somos afortunados!!!
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